martes, 28 de febrero de 2023

Quizá no me creas: Relato y micro de febrero (#EstrellasDeTinta2023)

 ¡Hola, hola! Aquí mi entrada de febrero para el reto de escritura creativa #EstrellasDeTinta2023 que yo misma dirijo (aquí las BASES), con relato y micro y sus pegatinas, espero que esté todo jeje y contenta porque al menos logré sacarlo el último día del mes y me llevo el punto anual que pensé que no sacaría xD




Quizá no me creas.



Hay historias e historias. Hay historias que te dejan sin aliento, que te emocionan, que te sobrecogen… Y luego están las historias; las que puntúan en otra liga, esas que van más allá de lo que cualquier mente humana sea capaz de crear y que nadie creería jamás si no fuera porque, alguna vez, o tú o yo, hayamos sido testigos en primera o tercera persona de al menos parte de su intrincada red de sucesos, porque de otra forma, sería imposible aceptar que pudiera ser algo real. 


Aquí, en El Cerro del Conde, más de una de esas podría contarse, pero la que vi yo, con estos ojos que ya apenas distinguen un carro de una mula a un metro, nadie la conoce, o al menos, no hay persona que haya hablado de ella, quizá por miedo a parecer tocado por el monzón o por la misma incredulidad que emborrona la memoria y le da aspecto onírico a lo que una vez fue real y no quiso creerse.


Ese verano, había sido el más caluroso que yo recuerde y algunos urbanitas habían decidido venirse al campo huyendo del sofoco y del aire pegajoso, algunos a veranear, otros a cambiar para siempre o al menos por mucho tiempo, ajetreo y atascos por aire puro y barro en los zapatos. Tener nuevas caras por aquí era en parte una novedad agradable para la mayoría de vecinos y en parte una preocupación añadida al repertorio de costumbre. No solo en el cerro, tampoco en el valle estábamos acostumbrados a tener desconocidos, esto siempre fueron tierras de puertas abiertas y miradas amistosas. Pero los tiempos cambian, en la ciudad… son otras formas, y no todo el mundo allí es de alma ingenua y de cualidad generosa, alguno resabiado y de mala fe se había ido colando poco a poco entre tierras agrícolas y las vallas blancas.


A algunos de los granjeros del linde del bosque del cerro, no les estaban saliendo las cuentas, demasiados corderos de menos y servidor no dejaba de pensar en qué podía haberles sucedido. Desde hacía un par de meses, tarde en la noche, luces de linterna fueron la causa de más llamadas a horas intempestivas de las que el pobre alguacil estaba dispuesto a soportar. Media docena de noches en vela habían hecho que el hombre, arrepentido de no haber aceptado jubilarse a los 65, desconectara el teléfono desde las nueve de la noche, hasta que ya tenía a medio tomar el café de la mañana siguiente.


Muchos lo atribuimos al aumento de la cantidad de niños, que por no estar bien educados, o quizá algunos actuando por rebeldía, habían estado picoteando en las cosechas y en el colmado también. Así que yo fui de los que no le dio importancia a aquello de las linternas. Pero al amanecer, acabando de asistir al parto de una de mis vacas y aún llevando puestos los guantes ensangrentados, mi querida esposa, que en paz descanse, me vino a buscar al granero, >>Cariño, algo ha pasado en lo de Juan <<.


Solo Dios sabe cómo sé enteró de algo a aquellas horas tan tempranas, pero allá que fui a “lo de Juan”, para encontrarme al alguacil, a la mitad del pueblo y al propio Juan, que alterado en medio del sembrado, exigía a voz en grito que el alguacil buscara a los niños para darles tremendo escarmiento por, según sus palabras, pasarse la noche pisoteándole los cultivos, como si fuera una competición para ver quién podía destruir más su preciosa cebada. 


A mí, aquello no me pareció trabajo de niños, era más partidario de encontrar culpables a los mismos que se estaban llevando a los corderos y esperaba con todas mis ganas que los siguientes no fueran mis terrenos ni mis terneras, pero la vida es así; un limonero solo puede dar limones, aunque a veces puedas endulzarlos, seguirán siendo limones. 


Solo dos noches después del incidente en las tierras de Juan, me despertó de madrugada

una especie de crepitar, un chisporroteo lejano, como el sonido de las patatas al caer en el aceite hirviendo. Me incorporé en la cama, confuso, tratando de entender qué estaba oyendo y de nuevo sonó; venía del exterior. Me levanté sin hacer ruido, dejando a mi esposa en la cama, y me acerqué a la ventana. Ahí estaban esos críos. Bueno, no podía verlos, pero sí aquellas luces azules y rojas moviéndose arriba y abajo por los cultivos de trigo, apareciendo y desapareciendo. No sabía qué estaban haciendo ni cómo causaban aquel sonido, pensaba que sería algún tipo de pirotecnia, pero no tenía ninguna intención de dejarles prender fuego a nada en mis tierras, así que con la camisa a medio poner y las chancletas, bajé la escalera al comedor y salí al exterior como alma que lleva el diablo.


Olía a tierra y a la humedad de la noche y yo trataba de contener los improperios mientras daba zancada tras zancada en dirección a las luces lo más silenciosamente que pude para pillarlos in fraganti. Oía el chisporroteo cada vez más cerca y en cuestión de segundos me había echado prácticamente encima de ellos. 


Y entonces muchas cosas sucedieron a la vez.


Las luces rojas y azules estaban casi delante y un pensamiento muy rápido cruzó mi cabeza: qué linternas tan extrañas. 


Mis pies pisaron algo, no sabía qué, solo se sintió algo raro y entonces lo vi que el trigo estaba más bajo allí y aminoré el paso mientras delante de mí una luz azul aparecía y desaparecía en un instante, crepitando y causando algo que acortó los tallos ante mis ojos formando un dibujo.


Entonces lo vi, aquella criatura extraña. Se giró a mirarme y entonces una luz roja me apareció en la cara y todo se volvió negro. 


No había niños, no había linternas, aquello era algo que no puedo explicar, no era humano.


Desperté días después en el hospital y jamás recuperé la vista del todo, solo algo de color, luces y sombras. Por eso señor agente, cuando esta noche escuché de nuevo el crepitar, les llamé enseguida para…


Fernando se da cuenta de que el agente no le ha interrumpido ni una sola vez. Ha bajado a la calle al ver las luces del coche patrulla pero le inquieta haber hablado demasiado, ¿le está escuchando siquiera? Está mayor, solo es un viejo demente al que nadie escucha y se ha dejado llevar. Vuelve a oír el crepitar y el agente se le acerca. No puede verle bien y las luces le están poniendo nervioso. Rojo y azul, rojo y azul. El terror que sintió aquel día le atraviesa y siente que ya no quiere saber qué pasó con aquellos corderos perdidos.



Objetivos:

1- Alienígenas.

20- Manos manchadas de sangre.

29- Competición.

Palabras: 1125




El microrrelato este mes se lo dedico a Kalen, que su Relato de enero me pareció top:

https://lasombraescondida.blogspot.com/2023/01/madrastra-relato-de-enero-para.html



Desempleado:


La taberna estaba ese día más oscura de lo normal. Aquél tipo agarrado a su jarra demasiadas veces más vacía que llena, proyectaba un aura de derrota y desprecio a sí mismo tan densa que eclipsaba el sol de mediodía. De pronto arrancó a llorar desconsolado:


—¡No fue mi culpa! —Sollozó— Se explicó mal, ¿Cómo iba a saberlo? Yo soy… Era el asesino de la corte, ¡maldita sea!



Pegatinas :3


5 comentarios:

  1. Buenas tardes

    Pues ya he leído ambos, el relato y el microrrelato y la verdad es que están bastante bien ambos.

    En cuanto al relato, muy bien todo. Traes a la memoria todos esos incidentes que se registran en campos de cultivo y que se achacan a los extraterrestres. Muy bien planteado todo. Al principio parece que es algo natural, pero, a medida que vas leyendo, empiezas a sospechar que eso que está pasando no es obra de simples niños. Lo de las luces de los aliens... genial, parecen la policía.

    En cuanto al micro, cierto, si es que hay que explicar las cosas mejor. Si te dicen "arrebátale el corazón" y tú eres un asesino, pues la cosa está clara. Hombre, Inara no parecía tan cruel, pero si la reina da una orden tan clara, ¿quién es un simple asesino para cuestionarla?

    Un saludo.

    Juan.

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  2. Me ha gustado mucho como relato de intriga, me ha comenzado recordando a As Bestas con la mudanza de gente de fuera a la zona, también a otro libro que leí hace poco, pero de repente se ha convertido en "Nope". Me ha despertado mucha curiosidad también porque pensaba que las luces serían drones. Más allá de eso me ha gustado la conclusión jugando con las luces del coche patrulla, así que enhorabuena !

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  3. Muchas gracias por tu relato, tanto al leerlo como escucharlo me ha parecido muy interesante, su estilo descriptivo me ayudo a hacerme la imagen mental de lo que sucedía en esos campos, esa forma de redactar relatos particularmente me gusta mucho pues a mi particularmente me atrapa más en la historia. El cierre del relato, que te deja como entre si y no, como que sabes y no sabes, me pareció muy adecuado. Nuevamente mil gracias!

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  4. Hola Katty, he releído hoy este relato que leíste en Discord y me ha traído cierta nostalgia, me ha gustado leerlo. Me recordó a los relatos de ciencia ficción de los premios hugo de mediados del siglo XX, con un aire también a historias de M.N. Shyamalan, tipo Señales, El Bosque y demás. Es una historia cortita pero inquietante y bien hilada. En cuanto al micro, me siento muy honrado por que hayas elegido mi historia. Si es que hay que ser más claros dando instrucciones, leñe. ;-)

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  5. Un buen relato, a medida que avanzas, imaginas como se vive en los pueblos, un lugar donde todos se conocen. La luces de colores, me recuerda a la película de Steven Spielberg “Encuentros en la tercera fase” cuando aparecieron lo ovnis con esas luces de colores y el ruido. Un buen relato

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