Relato: Héroe (#OrigiReto2019 noviembre).

Aquí está (tardísimo pero está) el relato para el mes de noviembre para el #OrigiReto2019, que ya sabéis que es un reto-juego que co-dirijo con Stiby y que ya mismo está en su nueva versión 2020, id anotándolo en las agendas :P Aquí las bases de este año en mi blog y en el suyo. Y sin más rollos, amos al relato, espero que os guste y no olvidéis comentar ^^ La pegatina con el micro ya mismo.

Héroe

Empezaba a dolerme la espalda por la mala postura y aquél lugar no era precisamente el cálido y reconfortante sofá de mi apartamento, ni siquiera era como la maldita silla de la cocina, esa que cojeaba y tenía más astillas que un aserradero. No, incluso llena de carcoma, aquella silla era un cúmulo de bendiciones comparado con el maltrecho y enmohecido tejaducho de aquella cripta familiar decrepita y a punto de volverse ruinas. Las tejas negras se me estaban clavando en las costillas y la camisa se me había empapado por la humedad que el musgo había absorbido del pegajoso aire de finales de septiembre.

Jodido otoño.

Y no, no quería estar allí, no soy esa clase de tío raro que hace cosas raras: tenía mis razones. Y ninguna de ellas implicaba pasar frío, mojarme ni nada que tuviera que ver con cementerios, ni con tejados, ni con nada de lo que hagan los viernes los raritos.

Había recibido un soplo. O más que recibirlo, había llegado hasta mis manos por pura casualidad una información de vital importancia y que terminaba con mi persona subida al tejado de un mausoleo familiar, con la ropa mojada, oculto y vigilante, la madrugada de un viernes. Y “¿Qué tendrá de importante que sea viernes o no?” diréis, pues que hacía meses que la policía iba tras la pista de un supuesto grupo sectario responsable de al menos una docena de asesinatos rituales que precisamente solo habían estado sucediendo durante las madrugadas del viernes al sábado. Según los datos que me habían llegado, justo esa noche iban a actuar de nuevo allí mismo, así que allí estaba, sin quitarle el ojo de encima a la entrada esperando a que algo sucediera. La nota decía que la hora clave iba a ser las dos de la madrugada y yo no estaba llevando nada bien lo de no dormir.

Bueno, eso de no dormir era una entre otras tantas cosas, porque, sinceramente, que tu hermano menor, el mismo que acababa de cumplir los 14 y seguía yendo al instituto, tuviera una carta de su puño y letra en la que se detallaba exactamente esa futura actividad criminal, no dejaría indiferente a nadie. Gran parte de mi cerebro estaba seriamente concentrado en desear que aquello no fuera más que una patraña, pero en aquella carta, mi hermano contaba claramente a su profesor de forma anónima, que los culpables de los crímenes eran compañeros de su propia clase.

Fue puntual. A penas dos minutos pasaban de las dos cuando detecté movimiento tras las rejas del cercado. Había alguien allí, podía ver sus movimientos junto a la puerta. Me limité a seguir su avance a través del objetivo sin perderlo de vista. Era un chico y parecía venir solo, aunque estaba oscuro como para estar seguro de nada todavía.

Parecía algo torpe y verlo atravesar la cancela con aquellas nulas habilidades de escalada me dejó claro que lo de colarse en lugares cercados por la noche no parecía ser una de sus actividades habituales. Por fin, saltó cayendo con los pies juntos sobre los terrenos del sacrosanto suelo del cementerio, miró a su alrededor buscando inquieto y empezó a avanzar como si temiera ser visto. Durante unos minutos le apunté mientras daba tumbos de un lugar a otro con la agilidad de un san bernardo y terminaba a escasos centímetros de mí, rodeando el mausoleo sobre el que me encontraba.

Era joven, veintitantos, cabello castaño ligeramente largo y justo mi tipo, sí. Y también era Miguel, el profesor novato de mi hermano, que parecía estar a punto de sufrir un ataque de pánico de un momento a otro. Empezaba a olerme de qué iba todo aquello, así que di un vistazo rápido hacia la puerta y los alrededores y tras asegurarme de que parecía estar todo tranquilo, salté del tejado y me planté ante él. Resultó ser una pésima idea, casi se cae de culo del susto, traté de agarrarle del brazo para que no se cayera pero se asustó todavía más.

—Hey, tranquilo, no voy a hacerte nada.

—¿Quién eres tú? ¡Sueltame! No eres uno de mis alumnos.

—Soy un poco mayor para eso...

—¿Eres uno de ellos?

—¿Uno de ellos? —Me di cuenta de que se estaba refiriendo a los asesinos— No, joder. Estoy aquí por lo mismo que tú.

—¿Eres de la policía?

—No, periodista —dije alzando la cámara colgada de mi cuello— Me pagaron el último trabajo con un cheque sin fondos y estoy haciendo horas extra... Soy Zaim, le das clase de dibujo a mi hermano Jamal en el instituto.

—Educación plástica.

—Lo que sea. —Puso una mueca pero le ignoré— Me parece que ambos leímos la carta “anónima”.

—“No os acerquéis al cementerio esta noche, he escuchado que los alumnos de la clase 4F van a volver a hacer lo del sacrificio satánico del viernes”. Me han engañado completamente, ¿cómo pude caer?

—Nos han liado a los dos. Pero bueno, al menos ya no estás solo, parecía que iba a darte un infarto de un momento a otro.

—Oh, sí, y tú has ayudado muchísimo con eso.

—Vale, lo siento, el susto ha sido culpa mía, pero no negarás que ha merecido la pena a cambio de mi presencia.

—Os parecéis, tu hermano y tú quiero decir.

—No hay muchas familias negras por la zona.

—No era por eso, tenéis una forma de hablar muy parecida.

—¿Insinúas que él también ha estado ligando contigo?

—¿QUÉ? ¡No! Soy profesor. Espera, ¿estás ligando conmigo?

Le hice el gesto del silencio y le arrastré tras el mausoleo. Habría estado bien empezar allí mismo un romance tórrido y totalmente inadecuado con el profesor de dibujo... perdón, educación plástica, de mi hermano menor, pero resulta que la bromita de Jamal nos había llevado justo al lugar real en el que iba a llevarse a cabo el auténtico ritual. Nadie saltó la verja, de alguna forma abrieron la puerta y una docena de personas con pequeños faroles fueron entrando en procesión una tras otra. Todos llevaban capuchas negras así que, el cuerpo vestido de blanco que cargaba el último de ellos, destacaba como un extintor en una joyería. Era una chica, a penas una mujer, llevaba un traje de novia y por su aspecto parecía arrancada de su propia boda: Maquillaje perfecto, peinado limpio de rizos gruesos... Encantadora y manchada de sangre. Ya estaba muerta.

Eché una ráfaga de fotos en cuanto reaccioné. Miguel estaba llorando y temblaba de miedo. Yo debería haber estado asustado también, pero mi trabajo te hace ver demasiadas cosas. Traté de hacerle reaccionar pero no estaba funcionando. Al final le arrastré hacia la salida tratando de que ambos permaneciéramos ocultos entre las sombras sin ser vistos. Pero de nada sirvió. Había guardias en el exterior, uno de ellos Jamal, que nos empujó de nuevo al interior del camposanto.

—Contábamos con el alma pura del profesor para el ritual de esta noche, pero tu presencia es una bendición añadida, hermano. Los dioses estarán complacidos.

No hubo héroes esa noche. El profesor fue sacrificado y yo también. Jamal se suicidó dos años después. Ni siquiera yo me di cuenta de que necesitaba ayuda. Ahora Miguel y yo vagaremos eternamente por este cementerio, lo único bueno es que no estamos solos.

Noviembre
Título: Héroe.

Objetivo: 9- Utiliza un cementerio como escenario para un relato.

Objeto1: 26- Un vestido de novia.

Objeto2: 5- Un cheque sin fondos.

Palabras: 1210.

Pasa el Test de Bechdel: no.

Medallas: Interesante. Verborrea interminable.

Además contiene:
Objeto: 8- Un extintor.

Y eso es todo, gracias por pasar a leer, espero que haya sido entretenido y un abrazote.

.KATTY.