lunes, 30 de julio de 2018

OrigiReto de julio: Relatos 1 y 2


Esta entrada contiene los dos RELATOS del mes de julio para el reto de escritura creativa #OrigiReto2018 que co-dirijo con Stiby. Podéis saber más en ESTA entrada de mi blog o en el de STIBY. Este mes traigo un relato doble, pero NO está conectado con mis relatos de meses anteriores: Este mes, puede leerse independientemente del resto.
Aviso importante: Los dos relatos siguientes no son aptos para menores ni personas sensibles: contienen abusos, mal rollo, cosas desagradables, depresión y bajoneo en general. Lo leéis bajo vuestra propia responsabilidad, y si lo hacéis, que sea sabiendo qué os vais a encontrar y que no os va a gustar y no me hago responsable. Quedáis advertid@s.

Esta vez no hay bromas, ni música de acompañamiento que lo vuelva innecesariamente más dramático de lo que ya es. Aún estáis a tiempo de cerrar y olvidaros de esto. 
Y si habéis decidido seguir vamos con los relatillos del mes.


Culpable:
(Editado a primera persona por el punto de "Asuntos personales")


Hoy contaré mi historia, mi vida, todo. Empecé como cualquiera, en el vientre materno. Ahí ya era culpable: embarazo no deseado, drama familiar, madre huida de casa. Pero volvió, sin nada más que yo, que fui esa cosa nacida de un hombre malo y yo, yo también lo seré.
Eres culpable de los errores de tus padres.
Cumplo 3 años. Entro en un internado religioso. Hay 16 camas en la sala pero no hay nadie más. Juego sin nadie, no tengo juguetes, solo una bolsa de botones que llevo a todas partes y que hará que me obsesione con ellos. A veces siento que vivo sin nadie. Cuando llega la noche, todo está oscuro y alguien viene, a veces, y me lame la boca y no sé por qué. Me besa y me toca, y da miedo.
Pero la vida sigue y mi madre se pregunta por qué no duermo y tengo miedo a la oscuridad y a morir con solo 5 años.
Estoy en el internado hasta los 6 años, luego voy a una privada. Se supone que es mejor, pero tengo que ir en bus sin compañía y un día un viejo se sienta a mi lado. Dice que mi pelo es precioso mientras lo acaricia, que soy una criatura tan bonita... Me sujeta la cara mientras me mete la lengua hasta la garganta. Ni siquiera lloro, le empujo aguantando las arcadas mientras trata de agarrarme para que no salte al asiento de atrás. Escupo intentando sacarme el sabor a puro rancio de la boca, pero no se va. No hay nadie en casa cuando llego, como tantas otras veces. Tengo miedo, pero me da tanta vergüenza que prefieres no contarlo.

Las cosas malas suceden incluso en la escuela privada.

Aún tengo 7 años, me han encerrado en el baño durante el recreo, hay tres chicos conmigo. No puedo huir, está cerrado y no llego al cerrojo. Me obligan a hacer cosas que no quiero hacer. Son tres, tengo 7 años y ellos 16, pero es mi culpa por no morder más fuerte cuando uno de los tres me tapó la boca y me llevó a ese baño con un solo brazo, y por no volver a morder cuando me abofeteó. Me ahogan y sabe asqueroso y todo está sucio. Pero al final me dejan salir y lloro. Me duele la boca y quiero vomitar porque sabe raro y mis manos están sucias, y nunca, jamás, volveré a sentirlas limpias, por mucho que las lave hasta que me haga heridas.
Digo a una profesora lo que ha pasado. Tengo 7 años y estoy llorando, pero me aparta del resto de adultos y me dice que no mienta, que solo estarían jugando.
Siento desamparo, confusión, impotencia, y asco, mucho asco.
No vuelvo a contarlo. Dirán que miento de nuevo y yo no miento, mentir está mal.
Soledad. Así he crecido. Tengo miedo de la gente. No entiendo muchas cosas y tampoco siento que pertenezca a ninguna parte. Ya tengo 8 años y en esa casa tampoco me siento a salvo. Mis padres trabajan demasiado, nunca están y siempre he sido el juguete de alguien. No quiero hacer esas cosas, pero me obliga, y me siento cómplice de algo que no entiendo, se siente sucio y feo y no me gusta, ¿pero qué haré si alguien se entera? Así que callo y lo escondo y por eso es mi culpa que vaya a peor.

Tengo 9 años y una amiga. Me gusta ir a su casa a jugar, es mejor que la soledad de la calle y que esa casa. Pero un día el juego cambia y me dice que a las amigas se les hacen esas cosas. No quiero enfadarla, quiero que me quiera, así que hago lo que me pide. Sangro cuando me toca y duele mucho, pero es mi amiga.
Dejo de verla porque me hace daño. Ya no es más mi amiga. Con el tiempo deja de hablarme, mirarme le recuerda que ha hecho algo sucio.
Después tengo un vacío en la memoria hasta los doce años. Olvidé todo salvo lo que escribí en aquél diario verde, y ojalá no lo hubiera escrito porque así tampoco lo recordaría. Por eso sé qué es la pequeña cicatriz de mi mano derecha: once años, abro el armario y bebo de ese frasco. Lo escondo en mi habitación para que no lo encuentren vacío y me tiembla tanto el pulso que sujeto el cuchillo con la mano izquierda. Noto la punta de la hoja atravesándome mientras caigo inconsciente.
Despierto con el brazo pegado a la sangre reseca del suelo, sobre un charco de espuma que me chorrea de la boca y sabe a infiernos. Lloro, limpio, oculto. Y esa minúscula marca, en ocasiones, se siente como un fracaso imperdonable y en otras, cuando estoy peor, me recuerda dónde está la salida.

Tengo 13 años y no entiendo nada. Me pregunto por qué no me atraen los demás, por qué sigo teniendo miedo a la oscuridad, de dónde sale esa fobia a la muerte que me consume. Entro en depresión. Vuelvo al psicólogo. Me pregunta si estoy bien con mis amiguitas por qué no me junto con nadie. En realidad las niñas no se portan bien conmigo y mis amigos son malas compañías, chicos callejeros. Están solos, como yo, aunque siempre me han tratado bien a pesar de mi estúpida ingenuidad y no me gusta que me prohíban ir con ellos. Trabajo desde hace meses, sigo en el colegio, pero ya nada se me da bien, mi capacidad de atención voló, la cabeza no me reacciona.

Tengo 14 años, nada ha mejorado. Finjo que estoy bien. Intento comportarme como los demás aunque no me siento como ellos. Nada ha mejorado, hace tiempo que arrebató mi primera vez, pero tengo que fingir que todo está bien y seguir sonriendo mientras aparto su mano cuando trata de tocarme bajo la mesa. Es mu culpa, porque yo lo he permitido. Debería ponerme en pie y gritarlo ante todos. A veces creo que ya lo saben. Que lo saben pero no quieren verlo.
Me prohíben dibujar y escribir. Siento que era lo único que quería hacer, la vía de escape que me permitía expresarme y ser realmente yo. Mis estudios van mal.



*¿Y qué pasaría si fuera tú historia?*
Culpable II:


Tienes 14 años y dos señores te acosan en el autobús. Prefieres no recordarlo. Odias los autobuses, te dan arcadas.
Vas a cumplir 17. luchas por respirar y sacártelo de la boca, te prometes que será la última vez que suceda mientras dice tu nombre una y otra vez, como siempre. No quieres que te llamen así nunca más. Crees que vas a morir, quizá sería lo mejor, pero eres tan idiota, que aún luchas por tu vida. Tienes cita con la psicóloga esa tarde. Te pregunta por qué tienes ansiedad, si tienes problemas con tus amistades, si tomas drogas. Ahora vas cada 15 días.

Y encuentras pareja. Y no te trata mal. Solo quieres olvidar. Tardáis meses en hacerlo por primera vez. Es horrible. Las siguientes también. Algo no funciona, quizá nunca llegó a funcionar. Quieres ser como los demás, pero no sientes deseo, solo miedo y dolor.
Te recetan ansiolíticos. Te sientan mal y pierdes el conocimiento.
Tu mejor y única amiga muere cuando tienes 18. Ella no los cumplió. Piensas que quizá pudiste hacer más por ayudarla, su vida tampoco fue fácil.
Terminas el instituto a duras penas. Y ese año un tipo te dice que pesas mucho. Creías que era tu amigo, pero se burla de ti y duele. Añades a la lista anorexia y bulimia. La inseguridad y nula autoestima ya las tenías.
Pasan los años y descubres que es mentira que el tiempo lo cura todo, algunas heridas solo se ocultan, se pudren y te comen por dentro. Y pesan, pesan mucho. Empeoras cada año y enfermas. Pero a pesar de todo luchas. No hablas de tus traumas, la vida solo sigue. No eres una victima, te da asco esa palabra. Te apodan así, como si fuera una etiqueta que tú decidiste llevar, por eso no lo cuentas.

Trabajas varias veces cara al publico, donde te contratan por tu aspecto y tienes que aguantar a clientes babeando, que creen que están usando sus encantos contigo, y solo quieres que te dejen en paz y que entiendan que estás trabajando y no puedes marcharte. Los piropos y cumplidos te dan asco. No te gusta que te miren. Reaccionas cualquier acercamiento como un ataque, todo el mundo te asusta. Tampoco diferencias entre géneros, no te importan, nadie te atrae de todas formas.
Haces nuevos amigos. Una pareja. Están casados, ella es tu amiga, pero un día se queda en tu casa y te dice que quiere hacerte de todo, que no se puede controlar y te asusta, no quieres perderla, pero no te gusta lo que te dice. Te besa mientras duermes, aunque sabe que no quieres. No volvéis a quedar, está enfadada por no corresponderla.
Vuelves a enfermar. Los médicos no encuentran nada. Creen que enloqueciste y nadie te cree. Vas al psiquiatra por meses. No entiende que no te guste tener relaciones. Insinuá que tus problemas derivan de no tener sexo. Ningún especialista te ayudó nunca.

Pero luchas, como siempre. Le echas narices y avanzas aunque sientas que nadie te entiende, que no perteneces a ningún lugar. Luchas porque no quieres reconocer que tu cabeza está mal, que no duermes porque estás mal, que solo sientes vacío, que no entiendes la vida ni a la gente, ni ves las malas intenciones y que, a pesar de todo, tratas de mantener el control a base de sentido común y racionalización. Tienes miedo de la gente, también de la soledad, y mientras tanto, los demás solo se preguntan por qué no te hacen gracia los chistes guarros, por qué tienes tantos miedos, por qué no eres normal... En realidad no importa, solo hablarán mal de ti y se burlarán, porque tratar de entenderte es demasiado complicado.
Quizá bastaría un abrazo sincero, pero nadie va a ayudarte, lo sabes, porque es tu culpa. Tu culpa por ser inocente, por confiar, por despertar ese instinto depredador en los demás, porque pueden ver en tus ojos esa sumisión, el miedo en tu mirada cuando ves lo que son en realidad, porque tú también los reconoces ya, casi siempre. Es tu culpa por ser una víctima. No de quienes te han ido rompiendo cada vez más, no de los culpables, la culpa es tuya, porque ellos siguen siendo normales, pero tú no encajas, y tienes dentro un abismo al que nadie quiere asomarse. Callaste por décadas hasta que el dolor que ocultaste te ha comido por dentro y ha salido por si solo, como un gusano demasiado grande para quedarse dentro de una manzana demasiado pequeña, de la que ya no puede seguir alimentándose.

Es tu culpa.

Y quien lea esto sentirá lastima, aunque tú no quieras dar pena, porque no te sientes como una jodida víctima y no has hecho más que intentar sobrevivir a pesar de todo. Pero no pasa nada, porque es solo un relato, ficción. No eres real, y cuando dejen de leer, todo volverá a la normalidad y nada de esto importará, porque la vida no es tan horrible. Y quizá te llames Viki, o Juan, o Mónica, o Dani, si viviste algo parecido, debes saber que mientras sonrías, tengas relaciones y seas productivo, todo será perfecto, porque a nadie le importa toda la mierda que puedas tener dentro si no les das problemas.

O quizá lo hicieras. Entonces mira hacia otro lado y niegate que hayas dañado y culpado a alguien inocente, no vayas a darte cuenta de que has destruido su existencia y te ha dado igual.

Sociedad lo llaman, bonita forma de ignorar el problema. “Es que la sociedad...”, “en esta sociedad...”, “Las normas sociales...”, pues, ¡sorpresa! La sociedad es “Nosotros”, gente que te llama víctima por el daño que te han hecho otros, te medica, te encierra y te obliga a estar bien mientras ignora el problema, incapaz de echar la culpa al culpable mientras duda de ti con tanta facilidad: “Cúrate, siéntete bien. Olvida que abusaron de ti, te han hecho daño pero la vida sigue, ¿por qué no puedes comportarte como los demás? Si ellos pueden, tú también. Toma estas pastillas, perdona a quién te dañó, no fue nada, supéralo”. Y tienes que ver como esa gente y todos a tu alrededor hacen su vida, mientras tú cargas el peso de la culpa por malas acciones que hicieron otros.



Fin del relato.



Julio 1:

Título: Culpable I.

Ejercicio:14- Narra algo cotidiano como una hazaña épica o un acto criminal.

Género:Drama.
Palabras:1050

Julio 2:
Titulo: Culpable II
Ejercicio: 24- escribe un relato en el que ningún personaje tenga género ni sexo.
Género: Drama.
Palabras:1050 


Bueno y ahí lo tenéis, con pegatina incluida. Los dos relatos tienen ambos objetivos, uso “ser inocente y tratado como criminal por ello” para el ejercicio 14 en el primero, y cuento en el segundo que el personaje principal no tiene género, queda a decisión de quien lea, porque esto va de personas que lo pasan mal y de gente que lo causa y tolera. No espero que esta vez os guste el relato, porque debería daros asco y rabia y ganas de destruir esta sociedad que te rompe, y te exige que encajes en el tablero cuadriculado de una vida prefabricada, y siempre habrá quienes alzan más la voz para decidir lo que está bien o mal, como debes ser, vestir, pensar, actuar, cuales son los horarios correctos, ideologías, comida, actitud, cómo debes trabajar, qué hacer con tu sueldo, tu aspecto correcto, tu peso... Y eres tú quien está mal cuando no encajas. Así que, sí, espero que no os haya gustado en absoluto, que me dejéis muchos comentarios y que aunque estéis en un mal momento y sintáis que no hay nadie ahí, que esa maldición pesa demasiado, cuando la soledad os ahogue y no veáis salida, buscad algo que os de calidez, lo que sea. En mi caso, cada vez que miro las estrellas, mi mente se refugia en un momento que atesoro. El tiempo lo volvió ceniza y se me escapó entre los dedos, pero en mi memoria, estará detenido por siempre en esa noche estrellada en la que me sentí a salvo, con los pies descalzos sobre la hierba húmeda.
Pensad que todo pasa y que nada dura para siempre, para bien y para mal. Ánimos y un abrazo.

¡Ah! Y actualizo con el Ranking de julio =^ , ^=

2 comentarios:

  1. ¡Ya estoy por aquí! He tardado un poquito más de lo que creía, pero he podido cumplir mi palabra :D

    Duro y transmite 100% la sensación que tiene la víctima en estos tiempos. Y muy de acuerdo también en la conclusión final, Ojalá termine siendo un día simplemente relatos y ficción, sin que suceda en la vida real.

    ¡Un abrazote!

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    1. Hola Vanessa, gracias por tu comentario y por pasarte a leer ^^ otro abrazo para ti.

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