Esta
entrada contiene los dos RELATOS del mes de julio para el reto de
escritura creativa #OrigiReto2018 que co-dirijo con Stiby. Podéis
saber más en ESTA entrada de mi blog o en el de STIBY. Este mes traigo un relato doble, pero NO está conectado con mis relatos de meses anteriores: Este mes, puede leerse independientemente del resto.
Aviso
importante: Los
dos relatos siguientes no son aptos para menores ni personas sensibles: contienen abusos, mal rollo, cosas
desagradables, depresión y bajoneo en general. Lo leéis bajo
vuestra propia responsabilidad, y si lo hacéis, que sea sabiendo qué os vais a encontrar y que no os va a
gustar y no me hago responsable. Quedáis advertid@s.
Esta
vez no hay bromas, ni música de acompañamiento que lo vuelva
innecesariamente más dramático de lo que ya es. Aún estáis a
tiempo de cerrar y olvidaros de esto.
Y si habéis decidido seguir vamos con los relatillos del mes.
Culpable:
(Editado a primera persona por el punto de "Asuntos personales")
(Editado a primera persona por el punto de "Asuntos personales")
Hoy contaré mi historia, mi vida, todo. Empecé como cualquiera, en el vientre materno. Ahí ya era culpable: embarazo no deseado, drama familiar, madre huida de casa. Pero volvió, sin nada más que yo, que fui esa cosa nacida de un hombre malo y yo, yo también lo seré.
Eres
culpable de los errores de tus padres.
Cumplo 3 años. Entro en un internado religioso. Hay 16 camas en la sala
pero no hay nadie más. Juego sin nadie, no tengo juguetes, solo
una bolsa de botones que llevo a todas partes y que hará que me
obsesione con ellos. A veces siento que vivo sin nadie. Cuando
llega la noche, todo está oscuro y alguien viene, a veces, y me lame
la boca y no sé por qué. Me besa y me toca, y da miedo.
Pero
la vida sigue y mi madre se pregunta por qué no duermo y tengo miedo a la oscuridad y a morir con solo 5 años.
Estoy en el internado hasta los 6 años, luego voy a una privada. Se supone
que es mejor, pero tengo que ir en bus sin compañía y un día un
viejo se sienta a mi lado. Dice que mi pelo es precioso mientras lo
acaricia, que soy una criatura tan bonita... Me sujeta la cara
mientras me mete la lengua hasta la garganta. Ni siquiera lloro, le
empujo aguantando las arcadas mientras trata de agarrarme para que
no salte al asiento de atrás. Escupo intentando sacarme el sabor a
puro rancio de la boca, pero no se va. No hay nadie en casa cuando
llego, como tantas otras veces. Tengo miedo, pero me da tanta
vergüenza que prefieres no contarlo.
Las cosas malas suceden incluso en la escuela privada.
Aún
tengo 7 años, me han encerrado en el baño durante el recreo, hay
tres chicos conmigo. No puedo huir, está cerrado y no llego al
cerrojo. Me obligan a hacer cosas que no quiero hacer. Son tres,
tengo 7 años y ellos 16, pero es mi culpa por no morder más fuerte
cuando uno de los tres me tapó la boca y me llevó a ese baño con
un solo brazo, y por no volver a morder cuando me abofeteó. Me
ahogan y sabe asqueroso y todo está sucio. Pero al final me dejan
salir y lloro. Me duele la boca y quiero vomitar porque sabe raro y mis manos están sucias, y nunca, jamás, volveré a sentirlas
limpias, por mucho que las lave hasta que me haga heridas.
Digo a una profesora lo que ha pasado. Tengo 7 años y estoy llorando,
pero me aparta del resto de adultos y me dice que no mienta, que
solo estarían jugando.
Siento desamparo, confusión, impotencia, y asco, mucho asco.
No
vuelvo a contarlo. Dirán que miento de nuevo y yo no miento,
mentir está mal.
Soledad.
Así he crecido. Tengo miedo de la gente. No entiendo muchas cosas
y tampoco siento que pertenezca a ninguna parte. Ya tengo 8 años
y en esa casa tampoco me siento a salvo. Mis padres trabajan
demasiado, nunca están y siempre he sido el juguete de alguien. No
quiero hacer esas cosas, pero me obliga, y me siento cómplice de
algo que no entiendo, se siente sucio y feo y no me gusta, ¿pero
qué haré si alguien se entera? Así que callo y lo escondo y por
eso es mi culpa que vaya a peor.
Tengo 9 años y una amiga. Me gusta ir a su casa a jugar, es mejor que la soledad de la calle y que esa casa. Pero un día el juego cambia y me dice que a las amigas se les hacen esas cosas. No quiero enfadarla, quiero que me quiera, así que hago lo que me pide. Sangro cuando me toca y duele mucho, pero es mi amiga.
Dejo de verla porque me hace daño. Ya no es más mi amiga. Con el tiempo
deja de hablarme, mirarme le recuerda que ha hecho algo sucio.
Después
tengo un vacío en la memoria hasta los doce años. Olvidé todo
salvo lo que escribí en aquél diario verde, y ojalá no lo
hubiera escrito porque así tampoco lo recordaría. Por eso sé qué es la pequeña cicatriz de mi mano derecha: once años, abro el
armario y bebo de ese frasco. Lo escondo en mi habitación para que
no lo encuentren vacío y me tiembla tanto el pulso que sujeto el
cuchillo con la mano izquierda. Noto la punta de la hoja
atravesándome mientras caigo inconsciente.
Despierto con el brazo pegado a la sangre reseca del suelo, sobre un charco de
espuma que me chorrea de la boca y sabe a infiernos. Lloro, limpio,
oculto. Y esa minúscula marca, en ocasiones, se siente como un
fracaso imperdonable y en otras, cuando estoy peor, me recuerda
dónde está la salida.
Tengo 13 años y no entiendo nada. Me pregunto por qué no me atraen los demás, por qué sigo teniendo miedo a la oscuridad, de dónde sale esa fobia a la muerte que me consume. Entro en depresión. Vuelvo al psicólogo. Me pregunta si estoy bien con mis amiguitas por qué no me junto con nadie. En realidad las niñas no se portan bien conmigo y mis amigos son malas compañías, chicos callejeros. Están solos, como yo, aunque siempre me han tratado bien a pesar de mi estúpida ingenuidad y no me gusta que me prohíban ir con ellos. Trabajo desde hace meses, sigo en el colegio, pero ya nada se me da bien, mi capacidad de atención voló, la cabeza no me reacciona.
Tengo 14 años, nada ha mejorado. Finjo que estoy bien. Intento comportarme como los demás aunque no me siento como ellos. Nada ha mejorado, hace tiempo que arrebató mi primera vez, pero tengo que fingir que todo está bien y seguir sonriendo mientras aparto su mano cuando trata de tocarme bajo la mesa. Es mu culpa, porque yo lo he permitido. Debería ponerme en pie y gritarlo ante todos. A veces creo que ya lo saben. Que lo saben pero no quieren verlo.
Me
prohíben dibujar y escribir. Siento que era lo único que quería hacer, la vía de escape que me permitía expresarme y ser realmente yo. Mis estudios van mal.
*¿Y qué pasaría si fuera tú historia?*
Culpable
II:
Tienes
14 años y dos señores te acosan en el autobús. Prefieres no
recordarlo. Odias los autobuses, te dan arcadas.
Vas
a cumplir 17. luchas por respirar y sacártelo de la boca, te
prometes que será la última vez que suceda mientras dice tu nombre
una y otra vez, como siempre. No quieres que te llamen así nunca
más. Crees que vas a morir, quizá sería lo mejor, pero eres tan
idiota, que aún luchas por tu vida. Tienes cita con la psicóloga
esa tarde. Te pregunta por qué tienes ansiedad, si tienes problemas
con tus amistades, si tomas drogas. Ahora vas cada 15 días.
Y encuentras pareja. Y no te trata mal. Solo quieres olvidar. Tardáis meses en hacerlo por primera vez. Es horrible. Las siguientes también. Algo no funciona, quizá nunca llegó a funcionar. Quieres ser como los demás, pero no sientes deseo, solo miedo y dolor.
Te
recetan ansiolíticos. Te sientan mal y pierdes el conocimiento.
Tu
mejor y única amiga muere cuando tienes 18. Ella no los cumplió.
Piensas que quizá pudiste hacer más por ayudarla, su vida tampoco
fue fácil.
Terminas
el instituto a duras penas. Y ese año un tipo te dice que pesas
mucho. Creías que era tu amigo, pero se burla de ti y duele. Añades
a la lista anorexia y bulimia. La inseguridad y nula autoestima ya
las tenías.
Pasan
los años y descubres que es mentira que el tiempo lo cura todo,
algunas heridas solo se ocultan, se pudren y te comen por dentro. Y
pesan, pesan mucho. Empeoras cada año y enfermas. Pero a pesar de
todo luchas. No hablas de tus traumas, la vida solo sigue. No eres
una victima, te da asco esa palabra. Te apodan así, como si fuera
una etiqueta que tú decidiste llevar, por eso no lo cuentas.
Trabajas varias veces cara al publico, donde te contratan por tu aspecto y tienes que aguantar a clientes babeando, que creen que están usando sus encantos contigo, y solo quieres que te dejen en paz y que entiendan que estás trabajando y no puedes marcharte. Los piropos y cumplidos te dan asco. No te gusta que te miren. Reaccionas cualquier acercamiento como un ataque, todo el mundo te asusta. Tampoco diferencias entre géneros, no te importan, nadie te atrae de todas formas.
Haces
nuevos amigos. Una pareja. Están casados, ella es tu amiga, pero un
día se queda en tu casa y te dice que quiere hacerte de todo, que no
se puede controlar y te asusta, no quieres perderla, pero no te gusta
lo que te dice. Te besa mientras duermes, aunque sabe que no quieres.
No volvéis a quedar, está enfadada por no corresponderla.
Vuelves
a enfermar. Los médicos no encuentran nada. Creen que enloqueciste y
nadie te cree. Vas al psiquiatra por meses. No entiende que no te
guste tener relaciones. Insinuá que tus problemas derivan de no
tener sexo. Ningún especialista te ayudó nunca.
Pero luchas, como siempre. Le echas narices y avanzas aunque sientas que nadie te entiende, que no perteneces a ningún lugar. Luchas porque no quieres reconocer que tu cabeza está mal, que no duermes porque estás mal, que solo sientes vacío, que no entiendes la vida ni a la gente, ni ves las malas intenciones y que, a pesar de todo, tratas de mantener el control a base de sentido común y racionalización. Tienes miedo de la gente, también de la soledad, y mientras tanto, los demás solo se preguntan por qué no te hacen gracia los chistes guarros, por qué tienes tantos miedos, por qué no eres normal... En realidad no importa, solo hablarán mal de ti y se burlarán, porque tratar de entenderte es demasiado complicado.
Quizá
bastaría un abrazo sincero, pero nadie va a ayudarte, lo sabes,
porque es tu culpa. Tu culpa por ser inocente, por confiar, por
despertar ese instinto depredador en los demás, porque pueden ver en
tus ojos esa sumisión, el miedo en tu mirada cuando ves lo que son
en realidad, porque tú también los reconoces ya, casi siempre. Es
tu culpa por ser una víctima. No de quienes te han ido rompiendo
cada vez más, no de los culpables, la culpa es tuya, porque ellos
siguen siendo normales, pero tú no encajas, y tienes dentro un
abismo al que nadie quiere asomarse. Callaste por décadas hasta que
el dolor que ocultaste te ha comido por dentro y ha salido por si
solo, como un gusano demasiado grande para quedarse dentro de una
manzana demasiado pequeña, de la que ya no puede seguir
alimentándose.
Es tu culpa.
Y
quien lea esto sentirá lastima, aunque tú no quieras dar pena,
porque no te sientes como una jodida víctima y no has hecho más que
intentar sobrevivir a pesar de todo. Pero no pasa nada, porque es
solo un relato, ficción. No eres real, y cuando dejen de leer, todo
volverá a la normalidad y nada de esto importará, porque la vida no
es tan horrible. Y quizá te llames Viki, o Juan, o Mónica, o Dani,
si viviste algo parecido, debes saber que mientras sonrías, tengas
relaciones y seas productivo, todo será perfecto, porque a nadie le
importa toda la mierda que puedas tener dentro si no les das
problemas.
O
quizá lo hicieras. Entonces mira hacia otro lado y niegate que hayas
dañado y culpado a alguien inocente, no vayas a darte cuenta de que
has destruido su existencia y te ha dado igual.
Sociedad
lo llaman, bonita forma de ignorar el problema. “Es que la
sociedad...”, “en esta sociedad...”, “Las normas
sociales...”, pues, ¡sorpresa! La sociedad es “Nosotros”,
gente que te llama víctima por el daño que te han hecho otros, te
medica, te encierra y te obliga a estar bien mientras ignora el
problema, incapaz de echar la culpa al culpable mientras duda de ti
con tanta facilidad: “Cúrate, siéntete bien. Olvida que abusaron
de ti, te han hecho daño pero la vida sigue, ¿por qué no puedes
comportarte como los demás? Si ellos pueden, tú también. Toma
estas pastillas, perdona a quién te dañó, no fue nada, supéralo”.
Y tienes que ver como esa gente y todos a tu alrededor hacen su vida,
mientras tú cargas el peso de la culpa por malas acciones que
hicieron otros.
Fin del relato.
Julio 1:
Título:
Culpable I.
Ejercicio:14-
Narra algo cotidiano como una hazaña épica o un acto criminal.
Género:Drama.
Palabras:1050
Julio 2:
Titulo:
Culpable II
Ejercicio:
24- escribe un relato en el que ningún personaje tenga género ni
sexo.
Género:
Drama.
Palabras:1050
Bueno
y ahí lo tenéis, con pegatina incluida. Los dos relatos tienen
ambos objetivos, uso “ser inocente y tratado como criminal por
ello” para el ejercicio 14 en el primero, y cuento en el segundo
que el personaje principal no tiene género, queda a decisión de
quien lea, porque esto va de personas
que lo pasan mal y de gente que lo causa y tolera. No espero que esta
vez os guste el relato, porque debería daros asco y rabia y ganas de
destruir esta sociedad que te rompe, y te exige que encajes en el
tablero cuadriculado de una vida prefabricada, y siempre habrá
quienes alzan más la voz para decidir lo que está bien o mal, como
debes ser, vestir, pensar, actuar, cuales son los horarios correctos,
ideologías, comida, actitud, cómo debes trabajar, qué hacer con tu
sueldo, tu aspecto correcto, tu peso... Y eres tú quien está mal
cuando no encajas. Así que, sí, espero que no os haya gustado en
absoluto, que me dejéis muchos comentarios y que aunque estéis en
un mal momento y sintáis que no hay nadie ahí, que esa maldición
pesa demasiado, cuando la soledad os ahogue y no veáis salida,
buscad algo que os de calidez, lo que sea. En mi caso, cada vez que
miro las estrellas, mi mente se refugia en un momento que atesoro. El tiempo
lo volvió ceniza y se me escapó entre los dedos, pero en mi
memoria, estará detenido por siempre en esa noche estrellada en la
que me sentí a salvo, con los pies descalzos sobre la hierba húmeda.
¡Ya estoy por aquí! He tardado un poquito más de lo que creía, pero he podido cumplir mi palabra :D
ResponderEliminarDuro y transmite 100% la sensación que tiene la víctima en estos tiempos. Y muy de acuerdo también en la conclusión final, Ojalá termine siendo un día simplemente relatos y ficción, sin que suceda en la vida real.
¡Un abrazote!
Hola Vanessa, gracias por tu comentario y por pasarte a leer ^^ otro abrazo para ti.
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