sábado, 30 de junio de 2018

OrigiReto de junio: segundo relato.


Y aquí el segundo relato de junio para el #OrigiReto2018, espero que os guste, a ver si me dejáis coments ;P Corresponde al capítulo 12 de mi proyecto para el OrigiReto, en el que intento enlazar todos los objetivos en una única historia que podéis seguir ordenada en esta recopilación de entradas del blog, junto con algunos audios y el noticiero mensual del reto. Si queréis participar en este Juego-Reto de escritura creativa, podéis encontrar las bases en ESTA entrada del blog o en el Super Blog de Stiby.
Vamos con el relato y la musiquita para acompañar:
*Añadido el Ranking del mes al final de la entrada*
**Actualizado 04-09-18**

De vuelta a casa.


En un instante todo se había desvanecido. Ella ya no estaba y mi ser reaparecía cayendo lentamente en aquel maldito universo líquido y evanescente. Ni siquiera podía gritar ni maldecir. Ya no sentía nada y lo extrañaba. Añoraba mi facilidad de transformarme, el aire, la sangre en mis manos, a ella... De vuelta allí, incluso echaba de menos a Bob. Me preguntaba qué habría sido de él cuando desapareció en realidad, mientras trataba de moverme sin conseguirlo. Frustración, desesperanza, eso habría sentido si hubiera podido, porque el mundo humano era un asco, pero el Universo Líquido era insoportable.

Cuando dejé de caer, me detuve sobre algo oleoso que culebreaba sobre sí mismo y recordé mi encuentro con Bob. No tenía ningunas ganas de quedarme allí, pero tampoco había forma de volver, así que decidí quedarme encima de Bob2 lloriqueando y maldiciendo mi propia existencia durante un tiempo, no sé, unos milenios. Y así habría sido de no ser porque Bob2 tenía la asombrosa habilidad de caminar en línea recta. Cuando sentí la esencia de Nia un par de siglos después y aquél brillo apareció a lo lejos, lo único que quería era dirigir a Bob2 hacia allí, así que traté de empujarlo para que girara, y funcionó, pero la luz desapareció antes de que lográramos alcanzarla. Pasó mucho tiempo hasta que aquél extraño haz luminoso apareció de nuevo, pero por alguna razón nunca llegábamos a alcanzarlo. La última vez, cuando traté de dirigir a Bob2 no me hizo caso, así que me enfadé y le mordí. Bueno, yo era un algo viscoso y Bob2 también, y si estás hecho de gelatina no tienes dientes, pero debió percibir mis intenciones hostiles, porque me babeó de una forma muy rencorosa y desagradable, y en fin, que lo maté y me lo comí, para qué alargar la historia. Adquirí la habilidad de Bob2, aunque no pude aprovecharla demasiado, ya que tal como alcancé aquel haz cegador y lo seguí, dejé el universo líquido atravesando algo parecido a un portal de luz.

El viaje fue eterno, desagradable y sin bebida gratis, y cuando aparecí al otro lado, seguía hundido en líquido y todo era absolutamente negro. Mal cambio. Tardé horas en entender que estaba cabeza abajo en el agua, pero solo unos minutos en aprender a nadar y salir a la superficie, donde un manto de estrellas me dio la bienvenida al mundo humano, convirtiendo la oscuridad en lo más bonito que había visto en seis siglos.

Mi cuerpo se sentía pesado, como la gelatina reseca. Estaba de regreso, otra vez, pero sin ningún ser mágico al que enlazarme, ni siquiera tenía fuerzas para mantenerme unido en un solo pegote. No me importaba, ella estaba allí, pude sentir su sangre en el agua mezclada con la de muchas otras criaturas, y probablemente su presencia en ese manantial provocaba la apertura del portal.

Viví una temporada entre las piedras de la orilla, alimentándome de pulgas de río. Creí que debería esperar durante años para lograr encontrar a Nia, pero un día cualquiera, sentí su presencia acercándose.

Apenas había aprendido a mantener unida mi forma viscosa y ni siquiera tenía los ojos completamente formados, pero pude verla asomándose entre la espesura del bosque como una aparición milagrosa.

Estaba apagada, triste, vacía de magia y de vida. Sus orejas de cierva blanca habían desaparecido, pero no había cambiado en absoluto. Me miró, la miré, y supe que no podía reconocerme. Era ella, pero no estaba ahí: había olvidado.

Creí que se asustaría de mí, pero no solo no lo hizo, si no que me alimentó y vino a verme cada vez más a menudo. Iba a necesitar algo más que pulgas de río y alimentos humanos si quería ser lo bastante fuerte como para poder adoptar una forma, así que subí el listón. Las pulgas de río pasaron a ser caracoles, luego peces, pájaros y lobos... Los lobos eran mis preferidos. Pronto empecé a copiar su forma y no tardé en moverme como ellos y empezar a seguirla. Vi su casa y con quién vivía: un descendiente del Erudito llamado Eru, que se hacía pasar por su padre y del que me fiaba igual o menos que de su antepasado. Apestaba a savia rancia, a adicción y a maldad contenida. Tarde o temprano la obsesión que sentía por Nía terminaría causándole problemas, o quizá una muerte “accidental” le convirtiera pronto en compañero de Bob2. De momento no parecía un problema, me dedicaba a cuidar de Nia mientras estaba conmigo y a seguirla y vigilarla cuando no, así que la mantenía a salvo.

Sí, exacto, como un acosador. No suena muy bien, pero en aquél momento, Nia necesitaba a alguien cuidándole las espaldas. Aunque ya no se llamaba Nia, si no Nora.

Vivía ajena a todo, aislada, y solía contarme cosas durante horas. Se sentía sola. Estaba sola. Pero poco a poco empezó a sonreír. Cuando me veía, abría los ojos como platos y la risa le llegaba a la mirada. Me traía comida, a montones. No es que comer eso me aportara nada, pero tampoco me hacía daño. Y mientras yo engullía, ella me lo contaba todo: que tenía prohibido ir más allá de los jardines, que Eru no era su verdadero padre, que no sabía su edad, que no crecía hiciera lo que hiciera, que había visto a otra gente y no eran tan bajitos ni con el cabello blanco. 

Estaba acomplejada. Se sentía pequeña porque hacía años que no era una niña, jamás lo fue en realidad, y lo único que me venía a la cabeza es cuán enorme era yo cuando estábamos casi enlazados por el ritual, el miedo con el que me miraba y lo minúscula que me parecía.

Necesitaba poder, mucha más energía de la que tenía, pero cuanto más poder acumulaba, mayor necesitaba que fuera el cuerpo en el que debía contenerlo, y la altura parecía ser algo importante para ella, no quería aumentar aún más la distancia entre nosotros ni su desagrado hacia mí, por lo que contuve mi tamaño alimentándome de lobos solo cuando era estrictamente necesario.



Aquél día llovía, y a pesar de todo, Nia salio a buscarme. Estaba feliz, porque su padre le había dicho que pronto sería su cumpleaños y tendría 12 años. Las cuentas no salían, claro. Llevaba despierta al menos 20 años, pero el ritual había sido hacía más de 600. No importaba si eso la hacía feliz, pero lo que me dijo después, ya no me gustó. 





Título: De vuelta a casa
Ejercicio: 8- Escribe una historia en la que el protagonista esté obsesionado con algo relacionado con la altura.
Género: Fantástico




Dejo la pegatina y me marcho con la satisfacción del deber cumplido, aunque aún tengo cosas que hacer, momento, Ránking, Audios y ¡Especiales! No olvidéis que vienen actividades molonas por los 6 meses OrigiRetiles que no os podéis perder ;3



(MENOS CHACHARA Y MAS TRABAJAR... Venga dame un respiro que estoy en ello xD... YO HAGO MI PARTE *-*... Vale, vale, no me presiones xD Te compraré un helado... QUE SEAN DOS...)

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