Al final de esta entrada podéis encontrar el Ránking definitivo de mayo.
Punto de partida.
Rojo,
así lo veía todo. Lo único que había hecho desde que aparecí en
el mundo humano había sido matar, descuartizar. Mancharme de sangre.
Ni siquiera podía alimentarme del aura de los humanos, su energía
es pobre, amarga, y absorber sus estúpidas emociones me da dolor de
cabeza. Ni los pocos conocimientos que adquiría con cada muerte me
servían de mucho, así que dejé sus banales recuerdos y
experiencias pudrirse junto con sus cuerpos. De vez en cuando, al
azar, elegía a uno de ellos para ir aprendiendo lo básico, tratando
de ignorar la sensación asquerosa de haber vivido sus miserias. Por
suerte, pronto desaparecía, dejándome con un par de cientos de
palabras nuevas y alguna información de dudoso valor, que por lo
general me proporcionaba más preguntas que respuestas.
Los
humanos son criaturas extrañas, la verdad, tengo claro que nunca voy
a entenderlos del todo...
Aprendí
pronto a hablar, no tiene mucho misterio, pero no es lo mío. Después
de haber habitado durante milenios en otra dimensión, con un cuerpo
no cambiante, a diferencia de este, el sonido de mi propia voz me
resulta demasiado abstracto. Hey, no me malinterpretes, mi voz es
sexy y molona, pero no veo la necesidad de hablar. Aunque no
entendiera las palabras, puedo sentir la energía de los demás e
intuir lo que realmente tratan de decir, sus emociones, sus
intenciones... Es bastante útil y me basta para actuar según
convenga, pero hay pocas cosas que yo quiera hacer saber a los demás.
Mientras
mis garras goteaban sangre en medio de aquella masacre en la última
iglesia de la zona, otra de tantas, lo único que quería era ir a
verla, metida en aquel frasco a medio llenar de líquido
luminiscente.
No
podía tocarla. Ese bastardo de Zoilo se había encargado bien de
cubrirla de encantamientos de protección. Solo por acercarme más de
la cuenta, la primera barrera mágica saltaba, activando una
cobertura a mi alrededor que me mantenía al vacío, comprimiéndome,
hasta que dejaba de moverme. No es que necesite el oxígeno para
sobrevivir, pero te aseguro que era realmente desagradable. Además,
se activaba las veces que hiciera falta, como un detector de
movimiento. Si por algún casual hubiera logrado desasirme de la
primera barrera, la segunda protección no solo era un escudo
impenetrable salvo por Zoilo, si no que, en caso de romperla, la
tercera era una anulación de mi propia invocación, o lo que es lo
mismo, si alguna vez llegaba a estar tan cerca de ella, mi presencia
desaparecería de este mundo, se anularía el vínculo inconcluso que
tenía con ella, y por tanto, lo que me mantenía con esa forma.
Otra
vez estaría en la nada. Rodeado de nada. Viendo nada y haciendo
nada. No quería volver allí. Si eso sucedía, jamás podría volver
a sentir a Nía y estar enlazado a ella era lo más cálido y dulce
que puede sentirse en este mundo y en el otro.
En
fin, que llevaba días masacrando iglesias y palacios. Quizá meses.
Sabía de mí todo el reino, aunque tenía muchos nombres: Demonio de
las Tinieblas, Lobo de sombras o incluso Lobo de Sangre. Había
muchos más, pero se me fueron olvidando con los siglos. Fue un año
oscuro. Oscuro como yo.
La
verdad, por aquél entonces la vida humana no me importaba en
absoluto—Bueno, ni ahora tampoco, para qué vamos a andar
engañándonos a estas alturas, pero al menos trato de disimularlo...
Ya llegaremos a eso—, así que me limitaba a obedecer y servir. Lo
único que quería era que Zoilo liberara a Nía y que ella quisiera
completar nuestro vínculo tanto como yo.
Salí
de la iglesia mientras reducía mi tamaño, convirtiéndome en un
lobo de brea, sin pelo, negro y de aspecto viscoso. Vi el carro
parándose frente a la verja y me dirigí hacia él mientras el ansia
crecía dentro de mí. Podía sentir su presencia cada vez más cerca
a medida que reducía la distancia. Erudito no detuvo a los caballos
y pasó de largo siguiendo la carretera.
No
sé como decir esto sin quedar como un capullo, pero no, Erudito no
me caía bien. Y ya sabemos que el malo de la peli es Zoilo, pero es
que no sé que tenía ese chaval que no podía con él. Siempre
siguiendo las ordenes de ese tío y pegado a Nía... No me gustaba.
Era evidente que se había vuelto adicto a la savia de Yddgrasil,
probablemente llevaba años sin envejecer, y no puede salir nada
bueno de una criatura no mágica consumiendo magia.
Luego
vi a Zoilo, llevándola sentada en el regazo. La respiración se me
aceleró y no precisamente por ir al trote junto al carruaje. Podía
sentir el aura de Zoilo, su asquerosa sed por Nía y me dieron ganas
de saltar al carruaje y arrojarlo bajo las ruedas. Pero los caballos
se asustarían si me acercaba y eso era peligroso para la pyukee.
A
Zoilo le gustaba asegurarse de que el trabajo estaba hecho, y esta
era la última iglesia, volvíamos a casa. El viaje era largo y la
carretera no demasiado buena. Me mantuve al trote cerca del carro
hasta la madrugada, cuando sentí algo extraño.
Estaba
alimentándose de ella, de nuevo.
¿Cuántas
veces más iba a hacerlo? Intenté contener la rabia, pero cuando me
llegó el olor de su sangre, enloquecí. Salté al carro cambiando de
forma y los caballos se encabritaron desestabilizando el carruaje. La
sangre dibujaba un hilo por su espalda blanca y apagada como una gran
gota de lluvia del color equivocado. Su luz se agotaba mientras la
oscuridad de Zoilo devoraba su esencia como quien vacía de miel una
colmena, sin dejar nada para las abejas.
Cuando
Zoilo me vio se puso en pie dejándola caer. Sentí su sorpresa, su
temor, mientras perdía pie a causa del traqueteo. Por un segundo,
todo lo que salió de él fue miedo.
Sentí
su aura, la real. Todo había sido mentira.
Le
ataqué por instinto, mi temperatura subió incinerando al instante
parte del carruaje y todos caímos al suelo. La tenía tan cerca que casi pude rozar su mejilla. Por un segundo sentí mi cuerpo
volviéndose sólido, y su nombre apareció en mi muñeca antes de
ver que me estaba desvaneciendo.
Mala
idea.
Muy
mala idea.
Lágrimas invisibles
Diario de investigación
del Doctor Eru Custodio.
Registro de enero del año
1809.
Empiezo este proyecto con
ansias y con la albricia del perfecto funcionamiento de la máquina
que mi difunto abuelo diseñó. A diferencia de los fallidos intentos
de mi padre, que malgastó su vida a la sombra de los méritos de sus antepasados sin aportar nada a la familia más que deudas y mala fama, yo
he decidido devolver la gloria al apellido Custodio, recuperando la
confianza del linaje de los Sanger, a quienes siempre hemos servido.
A mis diecisiete años,
no solo he adquirido los conocimientos médicos, químicos y técnicos
necesarios para llevar a cabo este estudio, si no que he memorizado
los libros de mis antecesores y aprendido a preparar sus soluciones y
medicamentos.
Por si fuera poco,
también memoricé la historia mágica, los secretos del mundo
oculto, la teoría de hechizos, el libro mágico en todos los idiomas
posibles, y por supuesto, absolutamente todo sobre las pyukees y
concretamente, sobre Nía.
Donde mi padre fracasó,
yo triunfé. No solo sigo con los estudios de mi primer antepasado,
Erudito Custodio, de quien heredo el nombre y quien se sabe que vivió
por lo menos 300 años, si no que mis descubrimientos harán que
nadie recuerde que soy hijo de un cualquiera que acabó con las
reservas de savia mágica del Emperador de España, Zoilo XXXIX, y
provocó su própia ejecución antes de que yo naciera, relegando a nuestra
familia al anonimato y a trabajar sin ningún reconocimiento en un
sótano mohoso sin ventanas.
Registro de febrero del
año 1809
La pyukee, a la que voy a
referirme a partir de ahora como “el sujeto”, se muestra
letárgica, inactiva y no comunicativa. Tenía entendido que la
adicción de mi padre a la savia le había enloquecido hasta tal
punto, que había terminado agotando el líquido, dejando al sujeto
sin lo que se creía que era su sustento, provocándole ese estado de
hibernación no del todo inconsciente. Pero en los archivos secretos
de la colección del Emperador, hay datos con resúmenes sobre
antiguos manuscritos, donde consta que está en ese estado desde
fechas anteriores al siglo XII, al parecer, a causa de un demonio. La
información es confusa y no tiene demasiado sentido, pero me pareció
entender que algún tipo de conjuro muy poderoso se anuló y algo
salió mal, dejándola así. Tampoco he sido capaz de encontrar una
relación entre su estado y esa falta de líquido.
Meterla en la solución
glucosa fue uno de los experimentos de mi abuelo, tratando de
encontrar un fluido en el que mantenerla durante periodos largos
mientras estudiaban la savia. También se había intentado encontrar
nuevos arboles de Yggdrasil, y con ellos nuevas pyukee y mucha más
savia mágica, pero según los textos antiguos, Nía fue la última
pyukee y su árbol se esfumó pocas décadas después de su
encuentro. La savia mágica desapareció con él y ninguna expedición
volvió a tener éxito jamás.
Pero gracias a eso, mi
abuelo descubrió como crear nueva savia, no tan mágica ni
concentrada como la original, pero con esencia de Yggdrasil al fin y
al cabo, de la que fabricó tabletas que hoy yo puedo seguir
fabricando a escala reducida. Su diseño, mi máquina, nuestra
creación, harán que la savia sea pura y brillante, como el libro
mágico describe.
Registro de marzo de
1809.
Se terminaron las
preparaciones.
El individuo está sobre
la mesa de pruebas y sigue sin haber reacción. Su cabello está
empezando a caerse y a volverse arena, así que he decidido
mantenerlo recogido con una red para evitar dañarlo
innecesariamente. Debería desprender luz, brillar, pero su aspecto
es casi gris y entiendo por qué el Emperador ha perdido su interés
en ella. Está muriendo, no me queda mucho tiempo.
Empiezo la rutina de
pruebas:
Privación del aire: Tras
unos 30 segundos su cuerpo convulsiona. No hay reacción más allá
de la necesidad física de respirar.
Terminaciones nerviosas:
busco reacciones físicas, por medio del tacto. Sin reacción. Los
pinchazos en manos y pies tampoco producen ninguna alteración
visible. Uso la aguja larga en su cintura, sobre la costilla
flotante. La introduzco perforando la piel, y el músculo hasta
rascar el hueso. No hay reacción.
Biopsias: Tomo un
fragmento de piel de la nuca, otro de grasa y un tercero de fluido.
Temperatura: La
exposición al hierro candente y al frío tampoco producen reacción.
Por último muevo sus
articulaciones, y de nuevo busco una reacción física. Me gusta
acariciarla, en ocasiones un poco de más, pero nunca hay respuesta.
Cuando voy a alzarla para
meterla en el tanque de solución glucosa, me parece ver sus ojos
moverse al pasar su propia muñeca por su campo de visión. Tiene
algo, una marca sobre la piel de la muñeca, pero no vuelve a haber
reacción. Probablemente solo lo imaginé.
Todo listo, el sujeto
está en el interior del tanque. La he conectado a un tubo para
respirar y los agarres y cadenas la mantendrán hundida. Por fin
activo la máquina girando el mecanismo y manteniendo la rueda en
movimiento. Puedo sentir el estallido de la primera descarga y la luz
del rayo que recorre el tanque a través de ella es tan cegadora que
creo que algo ha estallado. La segunda descarga es mucho más larga y
puedo ver como tensa y doblega su pequeño cuerpo en un espasmo
interminable. El tercero es casi igual de largo, pero mis ojos están
cegados y solo sé que se ha detenido porque el zumbido ensordecedor
ha cesado.
Algo ha salido ardiendo,
puedo olerlo. Estoy temblando de la impresión y la incertidumbre.
Sigo viéndolo todo blanco y luminoso, pero me doy cuenta de que mi
visión ya no está afectada. Ha funcionado. La electricidad ha
obligado a su cuerpo a generar magia convirtiendo el líquido
azucarado en savia de Yggdrasil.
Registro de abril de
1809.
El experimento ha sido un
éxito. Creé 537L.
Por otro lado, los ojos
del sujeto han perdido el verde, el cabello se le ha caído y ha
entrado en un estado vegetativo sin reacción alguna. No es posible
crear más savia de ella y ya no es de ninguna utilidad. El Emperador
Zoilo, como premio a mis méritos, ha decidido otorgarme el honor de decidir el destino del sujeto.
Los ejercicios son el 20: crea un relato que suceda en una carretera durante la noche y el 13: describe una escena de acoso desde el punto de vista del atacante.
Y eso es todo, aquí podréis encontrar las normas del #OrigiReto2018 en mi blog y aquí en el de Stiby. Recordad que también hay algunos audios sobre noticias del reto. Y nada más, un saludito y recordad comentar.
(¿Hoy no hay comentarios?.... .... .... .... .... Ok, ok, buenas noches...)
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