Cancioncita para acompañar:
Helios- Portraits Pt. 2
Compañía.
Durante
los siglos XV y XVI las guerras del oro sembraron la discordia entre
la población mágica y humana. Humanos y criaturas habían convivido
pacíficamente durante siglos, dando lugar a un imperio prospero.
Hasta que el emperador Zoilo decretó que la hibridación entre ambas
especies era una aberración que mermaría sin remedio el poder
mágico de las futuras generaciones de criaturas mágicas. La
prohibición era absoluta y trajo consigo normativas estrictas y
recompensas por delatar a los infractores. Informar sobre un híbrido,
una relación mixta o un posible embarazo de padres de diferente
especie, era recompensado con diez monedas de oro. Cualquier otra
información relevante, con dos.
Esto
derivó en una avalancha de nuevos ricos y el confinamiento de
montones de híbridos, que según la voluntad del Gran Emperador
Zoilo, no debían existir. Por ley, todos serían sacrificados en la
Fosa del Diablo, una grieta natural en la tierra, tan profunda que no
podía verse el fondo. Situada en los bosques de la capital, recibía
la visita de miles de personas para ver como arrojaban a criaturas
inocentes a la oscuridad de aquella fosa común.
La
raza humana se dividió entre amigos de lo mágico y hostiles. Como
resultado, las criaturas mágicas terminaron al borde de la
extinción.
La
batalla terminó Gracias al Gran Emperador, que impuso una tregua.
Los híbridos continuaron prohibidos, pero terminaron las recompensas
y se designo un batallón para ese cometido.
Trescientos
años después, la erosión y los cambios del curso de las aguas
subterráneas, convirtieron la Fosa del Diablo en un manantial de
vida. Se decía, que la magia acumulada de las criaturas sacrificadas
llegó a ser tanta, que el agua del manantial poseía propiedades
curativas.
Nora
no sabía nada de eso. Estuvo enferma, muy enferma, hasta que
despertó. Flotaba en el manantial y su padre la sujetaba en la
superficie, como si lo hubiera hecho cientos de veces. Y el lloró y
la llevó a casa en brazos. Ella no recordaba nada. Ni siquiera su
nombre.
Aprendió
de nuevo como hablar, comer, andar, y memorizó su nombre como si
jamás le hubiera pertenecido. Su padre la adoraba, la peinaba, la
vestía y la alimentaba con un amor que rozaba lo obsesivo. La
sobreprotegía de tal forma, que Nora no tenía permitido salir de
los jardines de la mansión salvo en ocasiones especiales y siempre
en compañía.
Años
después, hubo una fiesta. Mucha gente fue a visitarles, llevaron
regalos y todos querían saludarla. Nunca había visto a tanta gente
y no le gustó. Su padre le regaló un precioso vestido turquesa con
volantes para la ocasión, pero cuando todos se fueron y pudo
quitarse el gorro, le dolía la cabeza del tenso recogido. Su padre
le ordenó mantener su cabello oculto: no gustaría a los demás si
era diferente. Nadie más tenía los cabellos blancos, ni ojos
verdes, ni piel pálida.
Después
de la fiesta, sus padres discutieron. Su madre gritaba tanto que
podía oírla desde el jardín.
—¡Eres
idiota, Eru! ¿Crees que por esconderle el cabello a esa coneja
creerán que es tu hija? Todos se han dado cuenta.
—¡Ella
es mía! No la llames así, maldita sea, ya no las tiene.
—¡No
es tuya! Esa mocosa nunca será lo que quieres que sea. Sabes cuanto
la detesto, a los dos, por hacer esta fiesta para presentarla en
sociedad como algo que no es.
—¿Quién
te crees que eres?
—¡Tu
mujer! Quién calienta tu cama y a la que tocas como quisieras
hacerlo con...
—Nora,
cariño...
Eru
la interrumpió al ver a su hija adoptiva por la ventana abierta.
Había oído la conversación y salió corriendo de los jardines,
llorando descalza.
Por
alguna razón terminó en el lago. Los pies le sangraban y no había
dejado de llorar. No fue la mejor de las maneras para descubrir que
era adoptada. Metió los pies en el agua y se sintió mejor.
Despacio, fue deslizándose hacia el interior y, cuando se hundió,
en su cabeza se agolpaban mil pensamientos. ¿Por qué no le dijeron
que era adoptada? ¿Por qué no recordaba nada? ¿Cómo no se dio
cuenta, siendo tan diferente a sus padres? ¿Desde cuando era su
padre? ¿Y cómo podía creer nada de lo que le había dicho su padre
hasta ahora?
Perdida
en ese mar de pensamientos, ni siquiera sintió que se estaba
hundiendo en el manantial hasta que algo tiró de ella hacia arriba,
con tanta fuerza, que casi le arrancó el brazo.
—Lo
siento, Nora. Lo siento mucho. Quedate conmigo. Te lo oculté, eres
adoptada, quería decírtelo, pero eres tan pequeña. Quería ser tu
padre un poco más...
El
abrazo de Eru la dejaba sin aire, pero Nora lo entendió. Él la
quería y al fin y al cabo, no tenía a nadie más.
—Siento
haberme ido corriendo, padre.
—Nunca
debes volver aquí, ¿entiendes?
No
respondió y años después, volvía al manantial a escondidas. Nada
había cambiado en su vida. Tampoco la prohibición de salir, aunque
se escabullía al bosque, a pesar de los rumores de que había algún
tipo de criatura maligna suelta. Nora, no se lo creía.
Lo
que vio aquél día junto al agua no parecía maligno, pero sí algo
asqueroso. Era como si algo se hubiera derretido por la orilla. Hasta
que encontró aquellos ojos mirándola y entendió que estaba vivo.
Terminó dejándole una manzana. Cuando volvió, días después, se
había comido la mitad y parecía moverse más ágil.
Con
el tiempo, fue a verle cada vez más a menudo, le alimentó con cosas
distintas y aquella criatura viscosa fue cambiando de forma. Se
volvió más grande, rápida e inteligente. Pronto empezó a seguirla
y a esperarla cada vez más cerca de su casa.
Una
mañana, bajó de puntillas la escalinata, agarró entero el asado de
faisán, y corrió hasta la puerta de las cocinas. Al abrirla para ir
a buscar a su nuevo amigo, este ya estaba esperándola. Había tomado
la forma de un enorme y extraño cachorro de lobo, de ojos azules
como el neón y al verlo se le cayó el faisán, que aquél ser
devoró sin compasión.
—¡Me
has asustado! Escondámonos, ¡no pueden verte! —Nora empezó a
construir un escondite cerca de la casa para su amigo, mientras le
contaba cosas y él la escuchaba sin rechistar— ¿Sabes? Hay algo
que se llama adoptar. Mi padre me adoptó y por eso es mi padre...
Bueno, yo no quiero ser tu padre, pero a lo mejor si te adopto, te
podrías quedar conmigo y no me sentiría sola...
Nora no lo vió, pero por un segundo, los ojos del animal centellearon.
Ejercicio: 7- Relata una adopción peculiar.
Género: Fantástico
Eso es todo por ahora, en un ratito espero tener el segundo del mes, deseadme suerte ;3
.KATTY.
@Musajue
(Vaaaale, perdoname u.u... ASÍ NO VALE :/.... Está bien, está bien: Siento mucho no haber tenido tiempo para preparar debidamente los relatos, haber estado en una condición anímica pésima que no me dejaba ni pensar, y haber estado tirando de ti, NukeBunny, mi lado creativo, para suplir con imaginación lo que no pude hacer con racionalidad. No puedo dedicarle tiempo a escribir y hasta el lado creativo se cansa si tiene que hacer todo el trabajo. Te pido perdón, te llevas todo el merito de los últimos meses y también de este... ... ... Vamos, estoy siendo sincera aquí :S... SABES LO RIDICULO QUE ES QUE TE PIDAS PERDÓN A TI MISMA, ¿VERDAD? XD... Idiota, no te burles de mí :S...VAMOS, ME GUSTA ESCRIBIR, SOLO NECESITO UN POCO DE AYUDA, SÉ QUE LO HAS PASADO MAL, DÉJAMELO A MÍ, AHORA TODO IRÁ MEJOR ;3... Vale, está bien, ¿tenemos tiempo?... ME OFENDES, VE A HACER LO QUE QUIERA QUE HAGAS CUANDO ME TOCA SALVARTE EL CUELLO... ¡Eh!... BUENO, PUEDES QUEDARTE A ADMIRAR CÓMO TRABAJO SI TE PORTAS BIEN, QUIZÁ APRENDAS ALGO XD... Creída xD Venga, tú puedes :3...)
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