Como ya sabéis, llevo desde diciembre metida de lleno en el reto de escritura creativa que organizo junto con Stiby para este año, #OrigiReto2018, tanto corrigiendo como comentando los ejercicios de los participantes(...Y MOLESTANDOLES POR TWITTER TAMBIÉN... Nnnno puedo decir que no a eso xD...), y tenía el primer ejercicio de enero desde hacia bastante pero por rollos personales(...BLA, BLA, BLA, SI TE PONES A LLORAR ME VOY...¡Eh! Que no estoy llorando xD...)que no vienen al caso, me he visto empujada a terminar el segundo ejercicio a contrareloj, por lo que los dos relatos que os pongo a continuación no son exactamente lo que pretendía, pero me conformo con tener los 10 OrigiPuntos de la pegatina completa y que haya quedado algo aceptable esta vez. Esperemos que pueda redimirme en febrero ;P.
En fin, a lo que vamos. Para quien esté interesado en saber de que va el OrigiReto, trata de escribir uno o dos ejercicios de escritura creativa al mes, de una lista de 24(aunque no hay minimo, puedes escribir ocasionalmente), e ir ganando puntos al cumplir los objetivos para subir en el Ranking. Aquí las bases del reto en este mismo blog:
OrigiReto Creativo 2018
y en el de Stiby aquí.
También puedes encontrarnos en Twitter como @Musajue y @Stiby2, y en el Hashtag del #OrigiReto2018.
Os dejo con mis dos relatos de enero
y como soy molona, añado una canción que creo que pega bastante con el primer relato, para que os acompañe la lectura ;3.
**Actualización 22-3-2018: Ya podéis acompañar la lectura de enero1 con el audio añadido junto al título y en el recopilatorio de audios del Blog =^w^= (la calidad es baja, recomiendo escucharlo junto con la lectura del texto)**
Lo que no se ve (Audio)
En fin, a lo que vamos. Para quien esté interesado en saber de que va el OrigiReto, trata de escribir uno o dos ejercicios de escritura creativa al mes, de una lista de 24(aunque no hay minimo, puedes escribir ocasionalmente), e ir ganando puntos al cumplir los objetivos para subir en el Ranking. Aquí las bases del reto en este mismo blog:
OrigiReto Creativo 2018
y en el de Stiby aquí.
También puedes encontrarnos en Twitter como @Musajue y @Stiby2, y en el Hashtag del #OrigiReto2018.
Os dejo con mis dos relatos de enero
y como soy molona, añado una canción que creo que pega bastante con el primer relato, para que os acompañe la lectura ;3.
**Actualización 22-3-2018: Ya podéis acompañar la lectura de enero1 con el audio añadido junto al título y en el recopilatorio de audios del Blog =^w^= (la calidad es baja, recomiendo escucharlo junto con la lectura del texto)**
Lo que no se ve (Audio)
Me
lavo las manos en la orilla de la laguna para librarme del jugo de
las bayas y un pez se acerca curioso. Jugando, salpico de agua a las
luciérnagas que siempre revolotean incansables alrededor de mis
cabellos brillantes y ligeramente luminosos, sin lograr espantarlas.
Soy extraña. Extraña y desagradable, por eso la gente del pueblo no
me quiere cerca. No les gusto. Vivo en una cabaña abandonada a las
afueras desde que la abuela murió.
Casi
no recuerdo a mamá, ella desapareció cuando yo era muy pequeña,
pero la abuela decía que nos parecíamos y que la abuela de la
abuela de mi abuela tenía los cabellos del blanco más puro que
jamas haya existido y que brillaban como la luna llena, que se
llamaba Pyukee y que una vez fue el corazón de un árbol. Pero
también ella había desaparecido entonces.
Mamá
no desapareció. Nunca se lo dije a la abuela pero, a mi pesar,
recuerdo cómo sucedió todo. La gente del pueblo dijo que era mala,
que hechizaba a los hombres y era hermosa porque dormía con el
demonio y por eso sus hijos eran engendros del infierno. Y la
desnudaron y le hicieron cosas horribles mientras ella lloraba y
luego la lanzaron al fuego junto a mi hermano pequeño, mientras
degollaban a mi abuelo Zoilo por tratar de impedirlo y mi abuela me
mantenía escondida en un canasto.
Sé
poco de mis antepasados a parte de eso: tengo una herencia familiar;
un libro antiguo y raído que no sé leer. También sé que a veces,
muy pocas, las mujeres de mi familia nacen con luz en los cabellos,
que el bosque nos llama, oímos y vemos cosas que los demás no
pueden, pero no entiendo por qué y la gente nos odia por ello, a mí
y a cualquiera que sea como yo o lo parezca. Pero ahora estoy sola,
ya no debo decir “nos”.
También
sé mi nombre: Oria, Oria Sanger. Me lo puso mi madre. La abuela
decía que era porque mi pelo castaño brillaba como el oro cuando
nací, pero nunca he visto el oro. Y que soy pequeña, más pequeña
que la gente normal. Mi familia crece poco, la abuela y mamá también
eran pequeñas. Tengo 17 años, quisiera ser más alta, pero parezco
solo una niña.
Eso
es todo lo que sé.
Entro
en la cabaña a la vez que desaparecen los últimos restos de
claridad del día. Es pequeña y no hay puerta, solo un harapo mohoso
y desgastado que ondea con la brisa. Tampoco hay cama, pero hice un
nido de hojarasca y tengo una manta que tejí con restos de ropas
viejas, puedo cobijarme debajo si tengo mucho frío, como ahora.
Miro
una última vez la tela ondeante que apenas se ve en la oscuridad y
me acurruco bajo la manta. El olor a hojas de arce me endulza el
momento, pero tengo miedo, sé que las pesadillas no me van a dejar
dormir, porque no hay puerta.
Me
acaricio el vientre sintiendo el frío de mi mano sobre la piel
tierna. Algo me pasa. Mi barriga está gorda, no deja de aumentar y
tengo miedo. Hay algo creciendo dentro de mí. Se mueve y siento que
me absorbe la vida. Algo malo que no es como yo.
Nadie
me lo explicó, yo no lo entendía, pero ahora lo sé. Lo sé porque
así es como funciona. Los niños no nacen de los árboles como la
abuela de la abuela de mi abuela, nacen de una unión, por eso hay
hombres y mujeres. Pero ellos odiaban a mamá y la quemaron. Los
niños nacen del amor y no del odio, pero ellos vinieron y no había
puerta que les impidiera pasar, tan solo entraron y daban miedo y
nadie habló y no hubo amor en nada de lo que me hicieron, como a
mamá.
En
el pueblo dicen que soy hija de un demonio. Si eso es lo que soy y
los niños nacen del amor, ¿qué va a salir de dentro de mí? ¿Algo
como ellos? Ellos son los demonios. Tengo tanto miedo y no deja de
crecer y crecer. ¿Cuánto tiempo más va a seguir ahí? ¿Cuánto
más se alimentará de mí? Y lo que es peor, ¿cómo va a salir? ¿Me
desgarrará? ¿Me va a matar? No hay forma de que salga de mí sin
dañarme.
Un
escalofrío me recorre la columna de pronto y el dolor que siento me
quita el aire. Algo está mal. El dolor vuelve una y otra vez, lo
entiendo, pero algo está terriblemente mal. No es como yo, el niño
no es como yo, puedo sentirlo, igual que un árbol enfermo, igual que
el suelo yermo, algo está tan mal...
Veo
las pequeñas lucecitas a mi alrededor, mis adorables compañeras,
siempre conmigo como diminutos ángeles de la guarda. Sé que no me
entienden y que no van a responderme, pero el dolor me da un descanso
y no sé si seré capaz de seguir respirando la próxima vez que
venga si no dejo de llorar, necesito decirles lo mucho que significan
para mí en este momento.
—Mis
preciosas estrellitas, gracias por no dejarme sola...
Dejo
de llorar, pero no porque me sienta mejor, solo he perdido el
conocimiento, pero el dolor me devuelve la conciencia sin piedad. No
tarda en salir el sol, colándose como un invitado curioso entre la
tela raída y las maderas de la entrada para alumbrar el frío
cuartucho. Y de pronto, todo ha terminado. Sigo con vida, exhausta,
ensangrentada, sedienta, temblorosa y pegajosa, pero con vida.
El
pequeño niño no está llorando. No es un demonio, pero viéndolo
así, cubierto con mi sangre, es como estar presenciando la oscura
premonición de un futuro nefasto. Me está mirando. Su pequeño
cuerpecito lleno de vida se mueve inquieto, pero no llora, solo me
mira fijamente, tan lleno de vida y tan vacío. Ya sé qué le falta
y no soy la única, las luciérnagas ya no están. Le temen, igual
que yo, pero no por lo que el niño tiene, si no por lo que no: no
tiene nombre, pero eso puedo solucionarlo, le llamaré Zoilo, como mi
abuelo, pero seguirá faltándole lo más importante, corazón, no
tiene sentimientos.
Zoilo
es un niño sin amor.
Lobo
Los
cuatro pequeños se mueven nerviosamente en el interior de la caja
tratando de salir en mi dirección, agitando los bigotes y centrando
en mis manos sus pequeños ojillos todavía en desarrollo.
—¿No
cree que son demasiado pequeños para regalar?—pregunto al anciano
del vecindario, al que no sé cómo dirigirme después de tres años
de saludos fugaces y reverencias por cortesía.
—Lo
son, mi encantadora joven, pero esos morroños no tienen madre a la
que añorar. Si vos no os lleváis alguno, morirán de pena o
terminarán en algún caldero mugriento del barrio de herrerías.
—¿Qué
pasó con la madre?—pregunto curiosa eligiendo al azar uno de los
pequeños.
El
anciano duda, se mesa la barba rala, se lleva a la boca una pequeña
brizna de hierba aromática y baja la voz como si estuviera a punto
de hablar de una terrible catástrofe.
—Son
malos tiempos, querida, incluso para los gatos... Esa gata no
desaparecería sin más. Los animales no huyen dejando olvidada a su
descendencia atrás. Si no regresan es porque no pueden.
—¿Insinuáis
que alguien se los lleva?
El
anciano me mira fijamente, sin hablar, casi como si fuera capaz de
ver a través de mí con sus ojos casi ciegos y blanquecinos. No
puedo evitar que el malestar se cuele en la conversación erizándome
el vello de la nuca y poniéndome la piel de gallina. Por un momento
parece que la plaza haya quedado en silencio y no es hasta que un
tipo alto y despeinado tose junto a mí que no percibo que el anciano
y yo ya no estamos solos.
—No
le hagáis caso, solo sabe contar cuentos. Es un precioso otoño de
1049, no deberíais perder el tiempo con las pamplinas del anciano.
¿No oyó los rumores? Encontraron a uno de esos lobos grises
atrapado con los restos de los pollos, en el corral de la viuda. Es
por los lobos que los gatos y animales no regresan. Demasiados lobos,
debería organizarse una batida antes de la luna nueva.
No
quiero socializar, ni quedarme en la plaza más tiempo del necesario,
así que doy las gracias al anciano por el gatito y me despido de
ambos bajando la cabeza.
Claro
que sé sobre los rumores, puedo oír los aullidos todas las noches,
e incluso de día, si te acercas lo suficiente a las afueras, puedes
verlos merodeando en grupos y husmeando por los cultivos de las
granjas de las colinas. Acelero el paso y pronto veo la choza donde
vivo, en el linde de la aldea. Sé que siempre están cerca, puedo
sentir sus presencias animales y a menudo, ver el reflejo opalino de
sus ojos si me asomo al ventanuco durante la noche. Pero ya nunca
miro. Sé que algo les atrae hasta aquí, que están inquietos, pero
verlos, saber que están viéndome, me hace sentir acechada y
confusa.
La
gente cree que vienen por que está siendo un invierno duro, y bajan
al calor del valle y a por comida fácil, pero yo sé que hay algo
más, puedo sentirlo. No estaban aquí cuando llegamos hace tres
años.
Le
oigo canturrear al entrar en la única estancia de la barraca, algo
rítmico y repetitivo con palabras que no entiendo. Lleva haciéndolo
unos días. No le di importancia hasta que lo descubrí una noche
ojeando y pasando las páginas del viejo libro con un sonido
crujiente. Creí que jugaba. Luego empezó a decir palabras, nombres,
cosas extrañas, a hablarme de un extraño lugar en un bosque, de los
árboles de yggdrasil y sus raíces infinitas, del manantial de luz y
de leyendas antiguas como el sol, cosas que un niño de 6 años no
puede conocer y no sabes que pensar. Pero todo me suena tan familiar,
conocido, ¿cómo lo sabe? ¿A caso lo inventa? De pronto, como si de
un puñetazo de tratara, una palabra en su cancioncilla me hace
necesitar el aire.
—Zoilo,
cariño, ¿puedes repetir a mamá lo que acabas de decir?
—¡Hola!—dice
casi como un reproche por no haberle saludado al entrar y lanza una
mirada al gatito en mis manos sin ningún interés—¿Qué traes?
—Repítelo,
cielo.
—¿Te
gusta mi canción?—dice con expresión soberbia. No habla ni se
comporta como un niño de 6 años.
—Claro,
enséñame a cantarla.
—Dice,
bayun baku Pyukee...
—¿De
dónde has sacado ese nombre, se lo oíste a mamá?
—¿Qué
nombre?—pregunta molesto por la interrupción—Pyukee no es un
nombre, es lo que son.
—¿Son?
¿A quienes te refieres?
—Las
criaturas del bosque ¿No lo sabes? Son Ninfas.
—¿Cómo
conoces todo eso?
—Por
el libro...
—¿Puedes
leerlo? ¿Cómo has aprendido?
—No
sé, puedo ver luz en las páginas y las luces bailan y cantan
cuentos... Mamá también brilla. Pero yo no tengo luz, solo puedo
verla. Quiero la luz de mamá.
Sus
manitas se acercan a mi cara y yo solo puedo pensar en que deberemos
huir de nuevo, que la gente sabrá que no somos normales y habrá una
hoguera esperándonos vayamos a donde vayamos, que Zoilo no tiene la
magia, pero sí puede verla, y mientras sus deditos fríos rozan mis
mejillas y sus palmas se posan sobre mi piel, siento una vibración,
un frío que crece a su alrededor y comprendo que está absorbiendo
mi luz, que la oscuridad que le crece dentro quiere alimentarse de
ella, mi pequeño tiene hambre de la magia que no es capaz de crear.
Me
siento cansada y sin fuerzas, oigo su vocecita, cantando de nuevo esa
melodía y el sueño se apodera de mí embotando mis sentidos y
apagándome los pensamientos.
Cuando
despierto tengo el cuerpo entumecido. Estoy agotada, tirada en el
suelo de la choza con los cabellos desparramados alrededor, sucia de
tierra, y se me ha dormido el brazo derecho. Oigo un golpeteo
constante y repetitivo que me hace sentir todavía más mareada y
cuando logro enfocar la vista, veo a Zoilo. Está sentado en el
suelo, de espaldas, encorvado y dedicando a algo toda su atención.
Creo que es de nuevo el libro hasta que me incorporo y le veo
sonriendo por primera vez, jugando con el gato.
No,
con el gato no, con el cuerpo destrozado del gato.
—Mamá,
mira...—Su expresión cambia al ver el miedo en mí—Han sido los
lobos.
Y por último, la pegatina y los objetivos y ya estamos. Los relatos corresponden a los ejercicios "23- Escribe los pensamientos de una embarazada que tenga miedo a que su hijo salga violador o psicópata" Y el "4- Escribe un relato en el que el protagonista se convierta en un asesino".
Espero que os hayan gustado y que volváis a por más en febrero ;P
Y si os mola, siempre podéis seguir mi blog, dejar comentarios o animaros a formar parte de la lista de participantes del OrigiReto ;3
EDITADO: Ah, por cierto, añado también el Ranking definitivo de la puntuación de enero para quienes queráis ir viendo o guardando los progresos de mes a mes =^__^= Este Ranking no se modificará.
(...ANDA QUE NO HAS TENIDO QUE CORRER PARA TENERLO A TIEMPO JAJAJA... No se dónde le ves la gracia, si no hubiera logrado completar la pegatina habrías estado lloriqueando un mes... YO NO LLORIQUEO KAT, EXPONGO DE FORMA IMPECABLE Y CONVINCENTE LO BIEN QUE SE TE DA EL FRACASO... Que te estás ganando otro mes sin escribir ¿eh? ... UPS XD...)
Buenas! Al fin leo tus dos primeros relatos para seguir el orden correcto. Qué puedo decir, me han encantado los dos.
ResponderEliminarEl primero me parece una manera perfecta de presentar al personaje de la madre y dar retazos del mundo en que se desarrollan estas historias. En el segundo presentas al niño ya como alguien tan interesante como inquietante. Creo que ambos relatos se complementan muy bien y sirven para fomentar la dualidad de madre e hijo. Y lo mejor, dan muchas ganas de continuar con la historia.
Un arranque muy potente para este Origireto, enhorabuena!
Gracias Jose Luis! Por leer y por tu comentario. en realidad había algunos comentarios más, pero he estado de reformas y los tengo guardados a la espera de un ratito para volver a colocarlos por aquí :P
ResponderEliminarBueno me alegra que decidieras a empezar la historia y espero que te sirva para entender algunas cosas y te motive a continuar los capítulos ^^
Un saludito.